Y de pronto te pones a pensar porque tu vida no fue diferente, que bendita molestia tendría la vida para hacer la tuya tan inverosímil, no es que tu cuerpo sea distinto ni tu sensatez tampoco lo sea, es ese momento en el que no entiendes por qué todos ven la luz de la mañana tan maravillosa y en cambio a ti te quema los ojos, que la noche para ti es mágica aunque a algunos le parezca tenebrosa, en ese preciso momento que no sabes si es que eres más desestabilizada que el resto o es el resto del mundo los desquiciados, que a ti te gusta que el viento azote tu cara en cambio hay personas que no les gusta despeinarse, que el mundo es feliz con alguien tomando su mano aunque se sientan cada vez más lejanos y tú, bueno tu estás contenta caminando con tu perro al lado, aún no entiendes por qué la vida te hizo amar una vez eternamente, y al resto le ha dado la gracia de una segunda oportunidad...
Y tu vida se vuelve una utopía, un chiste mal contado el cual nadie quiere recordar, entonces tratas de vengarte, ¡Como cualquier mortal lo haría! pero entonces te desanimas porque recuerdas que no puedes tomar licor porque el dolor de cabeza te mataría ¡Eso si es una verdadera desgracia, ya no puedes ahogar tus penas! Entonces planeas otras formas de vengarte de esa malvada vida y sales a buscarla y allí nuevamente comprendes que sólo ella tiene las mejores armas ¡Y te quitas las armaduras que te has ido colocando para defenderte de quien tiene la pelea ganada! Entonces dejas todo, renuncias a nada, porque sabes que nada tienes, y te conformas con ir pateando las piedras que te consigues en el camino, te vas esperando que el viento azote nuevamente tu cara y que la mágica noche llegue a enseñarte que tanta oscuridad solo puede ser opacada por las estrellas, y mientras te pones a contar esas benditas estrellas ¡zas, gritas porque una estrella fugaz se ha asomado! Pero con la emoción no te da tiempo de pedir un deseo - y te llamas tonta- porque la estrella fue tan fugaz como tu momento de alegría...
Y te resignas dejando que la vida misma te enrede en su tela de araña, y riéndote de ti, aceptaras que acá la única loca eres tú...
